El día anterior habías sido pura simpatía, conversamos sobre viajar y cómo la gente no es la misma al volver. No esperaba verte la noche siguiente, yo caminaba buscando ese bar que me gusta y como perdí mi mapa andaba un poco perdida. Te vi en un café, bah, haciendo cola para pedir un café en uno de esos lugares de "café rápido", no me dijiste que estabas acá y casi sigo de largo pero no, abrí la puerta del lugar, te miré y te dije... no recuerdo que te dije. Pero fue una sola palabra y seguí de largo.
Poco después me alcanzaste, te pregunté cómo estabas y desde cuándo estabas en la ciudad, por qué no me comentaste, te hubiera mostrado cosas, íbamos a tomar un bon vin por ahí. No había reproches en mis palabras, no había ningún motivo para eso.
No dijiste una sola palabra. Me mirabas y no decías nada. Par contre tu cara decía de una tristeza enorme. No dije más, no me ibas a responder.
"Estabas triste", te dije a la mañana.
"No estoy triste".
Mejor.
Ahora tengo una promesa que cumplir.
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